El mercado de la automoción apuesta cada vez más por un modelo de turismo propulsado a gas natural, con el objetivo de llevar a cabo una acción sostenible con el medio ambiente. Esta tendencia ofrece una amplia variedad de modelos que se adaptan a la economía y necesidad de cada usuario.
Son vehículos que emplean gas natural comprimido (GNC) almacenado a una presión elevada en el combustible. Su compuesto principal, el metano, crea menos dióxido de carbono que la gasolina o el gasoil, produciendo así un aire más limpio.
Se adaptan a nuestro ritmo de vida, puesto que se reposta en cualquier gasolinera, pero tarda más en llenar el depósito. Por lo tanto, obliga a realizar paradas para descansar que en viajes largos no solemos realizar y que son muy necesarias para el bienestar humano.
Este tipo de vehículos disponen de un motor de combustión que funciona tanto con GNC como con otro carburante (propulsión dual). Esto quiere decir que, por lo tanto, en el momento en el que se agota el gas, el cambio a gasolina se realiza de manera automática y sin percibirse al conducir. Posee, por lo tanto, con la misma seguridad que cualquier otro tipo de turismo y, además, pasan revisiones cada cuatros años para asegurar su mantenimiento.
No entrarían en la gama de híbridos eléctricos, pero se asemejan en muchas de sus características. Este tipo de coches constituyen una alternativa a otros combustibles más nocivos, puesto que mezclan el gas butano con el propano. En cuanto al precio, no suelen ser desorbitadamente altos puesto que están adaptados a la normativa europea. A día de hoy, un turismo ecológico se encuentra al alcance de cualquiera.
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